Participar en un momento histórico de la humanidad, no es fácil. Ha sido un año y medio complicado. Lo hemos enfrentado con la mejor actitud posible, adaptándonos consciente e inconscientemente a la pandemia y todos los cambios y situaciones que ha suscitado con ella. Pero, ¿qué pasa cuando esa buena actitud se acaba y el temido “burnout” entra en una empresa?
Si bien el home office ha probado tener muchos beneficios y oportunidades, también ha traído retos, entre los cuales se encuentra el alargamiento o alteración de los horarios laborales, mientras que la incertidumbre económica ha hecho que la presión al interior de las empresas se incremente drásticamente, trasladándose a los empleados.
Baja de autoestima, problemas de salud, disminución del rendimiento laboral y absentismo, son solo algunos de los altos costos del estrés laboral.
Nunca ha sido más importante cuidar de nosotros física y psicológicamente, para poder llevar esta adaptación de la mejor manera. La realidad es que pocas personas cuentan con las herramientas personales y profesionales para enfrentar el burnout, y la falta de éstas se vuelve más grave en el caso de los líderes, pues en ellos recae la responsabilidad de prevenir, identificar, entender, atender y regular el posible agotamiento mental y físico de su equipo. Por ejemplo, si un líder entra en burnout y no tiene las herramientas para reconocerlo y autorregularse, automáticamente trasladará ese estrés a su equipo, lo cual comúnmente se traduce en mayor control y por ende en más agotamiento.
Hoy es necesaria una nueva forma de liderazgo. Una forma más humana, más flexible en su forma de liderar, empática, que sepa motivar a su equipo y que siga un protocolo similar al de las máscaras de oxigeno en un avión; viendo primero por su propia salud mental y física antes de ver por los miembros de su equipo.
Por: Vivian Barón | Founder and Creative Chairwoman – Band of insiders
Te puede interesar: Los valores en una crisis de comunicación by Vivian Barón